Al final de la jornada electoral, esperando al conteo final en la única mesa que quedaba por cerrar del centro en el que estaba como interventor y siendo conscientes del durísimo resultado cosechado en las urnas, comentaba con un compañero:
—«Bueno ¿y ahora qué? Refundación o enroque», el compañero, veterano ya, dibujó una amplia sonrisa en su cara y conteniendo casi la carcajada dijo:
—«Enroque, no lo dudes.»
Ese es el miedo que tenemos muchos socialistas de base, que al final, de una forma o de otra, te vendan la moto y cuando te quieras dar cuenta te han puesto una camiseta de democracia, unos pantalones de participación, una gorra de libertad de opinión y unos zapatos de consenso y de repente te encuentras con que todo sigue igual, siguen los mismo manejando los hilos, te han liado y se han enrocado.
No sería la primera vez, de alguna manera ya ocurrió con el nombramiento de Rubalcaba como candidato, ahogando toda posibilidad de primarias y obligando a Carmen Chacón a hacer un ejercicio de responsabilidad, pero sobre todo de lealtad; a unas personas más que a un partido, poniendo en evidencia lo dificultoso y cuestionable que son este tipo de ejercicios, ¿la lealtad de Chacón es para los militantes o para la clase dirigente? una vez más enroque.
A lo largo de los años el Psoe se ha convertido en un «monstruo enorme». Con un fuerte aparato dirigente. Ésto que en principio es bueno, da fortaleza, empaque; pero en momentos como el actual se puede convertir en un lastre. Este «dinosaurio» anda ya torpemente por el camino, arrastra la cola, tropieza con las piedras que se encuentra y ni si quiera echa fuego por la boca, necesita «rejuvenecer» urgentemente. A esa clase dirigente que le pidió el sacrificio a Carmen Chacón les pido que hagan un ejercicio de conciencia y den un paso al costado.
Por que además, ellos son los responsables máximos del resultado electoral, ellos decidieron colocar a Rubalcaba, ellos apoyaron la errónea política económica del ejecutivo de Zapatero, por lo tanto deben darse cuenta que han de dejar que las bases decidan que hacer. Alguien tiene que pagar los platos rotos y las bases están cansadas, ¡queremos decidir!
Pero no solo sobre dirigentes, tenemos que decidir que socialdemocracia queremos para este país, la historia reciente nos sitúa frente al capital, tenemos que despojarnos de ese vicio liberal que nos arrastra hacia el centro derecha obligándonos hacer políticas con no «casan» con nuestro espíritu socialista. Es necesario regular cierto grado de intervención en los sistemas financieros, en los mercados, en la banca, la prioridad tiene que ser proteger las economías mas débiles, las de los ciudadanos. No podemos olvidar que somos por encima de todo el partido de los trabajadores y ellos han de ser nuestros primeros protegidos y nosotros tenemos que ser sus primeros aliados.
Casi tenemos que pedir perdón a la ciudadanía y ofrecerle soluciones reales que vayan destinadas a solucionar sus problemas, no los del capital. Si olvidamos que somos el partido de los trabajadores olvidamos lo más preciado de nuestra razón de ser.