Más
de siete meses de gobierno del Partido Popular; el país esta
destrozado y la gente desesperada. Las soluciones practicadas son:
acabar con los sistemas públicos (sanidad, educación, seguridad
social, dependencia, protección de la naturaleza...), dar
facilidades a la destrucción de puestos de trabajo, bajar sueldos,
recortar e incluso eliminar derechos y prestaciones sociales, subir
impuestos, en resumen; el Partido Popular ha cambiado, y sigue
cambiando, la legislación necesaria para que sea la ciudadanía, la
que acarree con los desmanes de las entidades bancarias y
financieras, de paso, adelgazar al Estado todo lo que puedan y además
no puedas decir nada sin convertirte en ilegal. Es un cambio
ideológico en toda regla hacia el Liberalismo Económico. Lo ha
hecho apoyado en una barata mayoría absoluta conseguida en
las urnas a costa de la debacle del Partido Socialista.
Un
partido, el socialista, que desde entonces, y pese a haber superado
un congreso extraordinario para elegir nuevo Secretario General,
deambula por el escenario político
como el boxeador
noqueado que hace lo propio por el ring, dando pasos en cualquier
dirección para no caer a la lona.
Más tarde o más temprano caerá
y mientras tanto el tiempo pasa y los ciudadanos
sufren y desesperan.
Que nadie se equivoque, con esto no pretendo colocar al Psoe como
solución a la crisis, nada más lejos. Fuimos los socialistas, con
Zapatero al frente, los que iniciamos esta sangría que parece
inacabada. Responsable o irresponsablemente, mal aconsejado o no, fue
Zapatero quien aquella célebre noche tomó la triste decisión, «no
quiero que España sea como Grecia o Portugal» dicen que dijo.
Decisión muy difícil de defender por la mayoría militantes
socialistas, decisión que va más allá de toda ideología de
izquierdas, solo amparada en determinados conceptos socialdemócratas,
puñeteros conceptos socialdemócratas, que aún hoy, muchos
dirigentes socialistas, con la que está cayendo, se empeñan en
abrazar.
Y
mientras tanto damos algún puñetazo
al aire, nos abrazamos al contrincante o mantenemos la distancia
eludiendo el intercambio de golpes, siempre
con el objetivo de no
caer a la lona, y
revestidos de ese extraño concepto de «Hombres de Estado», que un
día fuimos, nos empeñamos en pactar y colaborar una y otra vez con
el máximo responsable de tantos desmanes, Mariano Rajoy.
Desde
Ferraz deben de creer que cualquier política económica que haga el
PSOE es socialdemócrata, aunque salten la línea y vayan hacia la
derecha deben de creer que siguen siendo socialdemócratas sin darse
cuenta que son sus actos y no su nombre lo que les sitúa a un lado
o a otro. Ferraz, con Rubalcaba a la cabeza, mantiene una política y
una estrategia equivocadas, que fue permisiva con la burbuja
inmobiliaria y protectora con las entidades bancarias y financieras.
Convencidos de la regulación del mercado, cegados por la supuesta
bonanza económica, creyeron los mensajes bancarios de prosperidad y
beneficios, sin enterarse de lo que había detras de tanta fachada,
el vacío.
Esto no tiene visos de cambiar, otra política económica desde la
izquierda es posible, hay economistas de izquierdas que así lo
defienden, ¿Otros dirigentes socialistas son posibles? También, el
partido tiene dirigentes predicando y exigiendo políticas de
izquierdas con verdadera oposición política de izquierdas, no voy a
ir muy lejos, Tomas Gómez es un buen ejemplo.
Mientras tanto, dependemos de un Psoe en caída libre, palmero de un
gobierno que nos mortifica y arruina, y que solo me causa desilusión
y desesperanza.
Llevas toda la razón, no se hasta donde vamos a llegar con esta manera de hacer las cosas...., ni unos ni otros.
ResponderEliminarMarisa
lleva razón..quién tiene alternativas?sí dependemos de una clase política en su mayoría corrupta y enriquecida por las vacías arcas públicas hoy....es vergonzoso e indignante
ResponderEliminarEn mi opinión no hay ningún partido actualmente capaz de dar una salida fuera de este sistema capitalista que toca a su fin. Sólo se proponen parches dictados por los poderes económicos, es decir, corporaciones y bancos, que apuntalarán el sistema mientras los ciudadanos sigamos permitiéndolo. Ellos saben bien con qué cuentan a su favor: con la capacidad de aguante, la falta de información, la ignoracia y el miedo de la ciudadanía. Yo creo que hay que cambiar de tren, que hay que buscar otro destino. Otro mundo es posible, otra economía es posible. Un sistema económico en el que el beneficio y el bienestar de unos pocos a costa de la precariedad y el sufrimiento los demás no sea el objetivo. Creo que estamos en el principio de un fin. No será una revolución a la antigua usanza, pero lo que sea tendrá que venir de nosotros, el 99%, y tendrá que ser a través de la acción conjunta, contundente, radical. Hay demasiada gente aún confundida, defendiendo planteamientos que cavan su propia tumba, aferrada a prejuicios e ideologías que ya no valen para el mundo en que vivimos hoy. Hoy toca ejercer el pensamiento crítico, leer y escuchar otras voces, y actuar, ya, antes de que sea demasiado tarde.
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